El Anglican Covenant: Como llegamos aquí. |
El Covenant pasó por una cantidad de borradores y períodos de comentarios antes de que se codificara el texto “final” en 2009. A las 38 provincias de la Comunión Anglicana ahora se les pide que adopten este texto. En Junio 2010 la iglesia Anglicana de México fue la primera en adoptarlo. El Covenant toma efecto inmediatamente para las iglesias que lo adopten. A iglesias que no han firmado aún, se les puede permitir participar en ciertas actividades definidas por el Covenant aunque su “estatus” no esté totalmente definido.
Las iglesias que adopten el Covenant se comprometen a una nueva relación con otras iglesias Anglicanas. Al centro de este nuevo arreglo está el Standing Committee (anteriormente el Standing Committee of the Anglican Consultative Council and Primates Meeting). Cuando surjan conflictos el Standing Comittee buscará consenso. Si no se logra el consenso el Comité podrá pedirle a la iglesia “ofensora” que retrase ó pare una acción controversial. Si eso no da resultado, el Comité podrá recomendar “consecuencias” (Relational Consequences). En la práctica “relational consequences” quiere decir rebajar o excluir a una iglesia de participar en ciertos cuerpos de la iglesia. O podría significar pedirle a otras provincias que eviten a la iglesia intransigente, desterrandola, aislandola de la familia Anglicana.
Aunque no se lleguen a tomar semejantes acciones extremas, el daño ya va a haber sido hecho. En el corazón de la relación nuevo Covenant (newly covenanted relationship among our churches) siempre existirá la amenaza de ser excluida.
El evento que se suscitó y que finalmente nos llevó a donde estamos ahora fue la elección del padre Gene Robinson, abiertamente gay y con pareja, para ser obispo de la Iglesia Episcopal. Cuando se aprobó su elección, los obispos disidentes que por largo tiempo se habían opuesto a innovaciones en su iglesia, apelaron al Arzobispo de Canterbury para que llamara a una sesión de emergencia de los Primates para tratar la “crisis” resultante. El Arzobispo Rowan Williams accedió rapidamente a llamar a esa sesión en octubre 2003, en la cual los Primates pidieron un reporte de cómo se podía mantener el grado más grande de comunión entre las iglesias miembros. Esta petición se cumplió con el Windsor Report.
Durante los últimos 30 años, aproximadamente, ciertos grupos en la Comunión se han preocupado más por la creciente aceptación del homosexualismo en la sociedad Occidental y en algunas provincias de la Comunión anglicana. Una serie de eventos en 2003 han enfocado la atención en los gays en la iglesia y han dado la oportunidad de desarrollar una campaña mayor en contra de esto. Primero, Jeffrey John, un padre gay, pero célibe, fue nombrado Obispo de Reading en Inglaterra, pero el Arzobispo de Canterbury, bajo presión de aquellos que ven la homosexualidad como un pecado, persuadió a John a retirarse del cargo.
Más adelante en el año la Diócesis Canadiense de New Westminster autorizó una liturgia para bendecir a parejas del mismo sexo. La selección de Gene Robinson, abiertamente gay, para ser el Obispo de New Hampshire fue para algunos, el colmo.
La causa fundamental de los conflictos en la Comunión Anglicana es la autoridad. ¿Quién decide qué es aceptable y bajo qué base lo deciden? La preocupación por la homosexualidad resultó en una fuerte alianza entre algunos Evangélicos y algunos Anglo-Católicos que se oponen a las “innovaciones” de los Anglicanos más liberales y tolerantes. Los Evangélicos objetan la homosexualidad bajo las llamadas prohibiciones Bíblicas , y los Anglo-Católicos objetan el llamado rechazo a la tradición de la Iglesia. La teología clásica Anglicana, naturalmente, viene de los escritos del teólogo Richard Hooker, del siglo dieciséis, quien argumentó que además de las escrituras y la tradición, tenemos la razón que nos guíe. Con estas tres fuentes de autoridad el cambio se vuelve posible y correcto según las condiciones y comprensiones van cambiando. Permitiendo diversidad de opinión nos permite explorar nuevas posibilidades.
El Reporte Windsor recomienda tres moratorias según los temas son explorados en la Comunión: moratoria de la consagración de obispos gay con pareja, la bendición de uniones de parejas del mismo sexo, y atravesar fronteras diocesanas por obispos de una iglesia para “proteger” a miembros de otra iglesia con miembros que piensan igual. La tercera moratoria era una concesión a las iglesias Occidentales opuestas a las incursiones, sin autorización por obispos del llamado “Global South”. Las Iglesias Occidentales continúan siendo vilificadas por los elementos más conservadores de la Comunión, quienes sin embargo, han continuada sus incursiones.
Aquellos que no están contentos con innovaciones modernas en la Comunión a menudo tienen quejas que van más allá. La ordenación de mujeres, especialmente, consagración de mujeres obispos continúan siendo controversiales en algunas iglesias, incluyendo la Iglesia de Inglaterra. Muchos objetan la tolerancia hacia planeamiento familiar, aceptación del divorcio, e innovaciones litúrgicas. La Comunión Anglicana no tiene solamente una opinión en estos asuntos.
El argumento principal a favor del Covenenat es que prevendría futuras controversias tan amargas estableciendo una autoridad internacional con el poder de decretar enseñanzas Anglicanas. Nosotros creemos que, al contrario, esto incitaría y favorecería la cisma porque trataría a los que no estén de acuerdo con estos juicios como no-Anglicanos. En vez, creemos que la unidad está mejor asegurada manteniendo la posición clásica Anglicana, que la diversidad de opinión es una señal saludable de una comunidad entregada a buscar,- no necesariamente siempre tener- la verdad.
Finalmente, se debe de hacer notar que no toda la oposición al Anglican Covenant viene de grupos moderados y liberales. Nuestra objeción es, naturalmente, que el Covenant es autoritario y restrictivo. Algunas de las más severas criticas al Covenant, sin embargo, vienen de Global South donde el Covenant es visto como no suficientmente autoritario y restrictivo. Si se adopta o no el Covenant, como está constituido, una división formal de la Comunión sigue siendo una posibilidad.
The Anglican Covenant: How We Got Here |
The Anglican Covenant is a proposed solution to the public conflicts and threats of schism over the last few years. Such a document was first suggested in the 2004 Windsor Report, which responded sympathetically to the complaints of those variously described as conservative, traditionalist, or orthodox, and who were dissatisfied with developments in the churches of the West. The Report also addressed concerns of cross-border interventions by bishops from the so-called Global South into The Episcopal Church and the Anglican Church of Canada.
The Covenant went through a number of drafts and comment periods before a “final” text was codified in December 2009. The 38 provinces of the Anglican Communion are now being asked to adopt this text. In June 2010, the Anglican Church of Mexico became the first church to do so. The Covenant is immediately effective for churches that adopt it. Non-signatory churches that are in the process of adoption may be allowed to participate in certain Covenant-defined activities, though their status is not completely clear.
Churches adopting the Covenant will commit themselves to a new relationship with other Anglican churches. At the center of the new arrangement lies the Standing Committee (formerly the Standing Committee of the Anglican Consultative Council and Primates Meeting). When conflicts arise, the Standing Committee will look for consensus. If no consensus is to be found, the Committee may ask an “offending” church to delay or stop a controversial action. If that is ineffective, the Committee can recommend “relational consequences.” In practice, enacting “relational consequences” means demoting or excluding a church from participation in certain bodies. Or it could mean asking other provinces effectively to shun the intransigent church, banishing it from the Anglican family. Even if such extreme actions are never taken, the damage will have been done. At the heart of the new covenanted relationship among our churches, there will always be the threat of exclusion.
The presenting issue that ultimately led us to where we are now was the election of the gay partnered priest Gene Robinson to be a bishop in The Episcopal Church (TEC). When his election was approved, dissident bishops, who had long opposed innovations in their church, appealed to the Archbishop of Canterbury for an emergency meeting of the Primates to deal with the resulting “crisis.” Archbishop Rowan Williams quickly agreed to call such a meeting in October 2003, at which the Primates called for a report about how the greatest degree of communion could be maintained among member churches. That request was fulfilled by the Windsor Report.
Over the last 30 years or so, certain groups in the Communion have become increasingly concerned about the growing acceptance of homosexuality in Western society and in some provinces of the Anglican Communion. A succession of events in 2003 focused attention on gays in the church and provided an opportunity to develop a major campaign against it. First, Jeffrey John, a gay but celibate priest, was appointed Bishop of Reading in England, but the Archbishop of Canterbury, under pressure from those who viewed homosexuality as a sin, persuaded John to withdraw. Later that year, the Canadian Diocese of New Westminster authorized a liturgy for same-sex blessings. The selection of the openly gay Gene Robinson to become Bishop of New Hampshire seemed, to some, the final straw.
The issue underlying the conflicts in the Anglican Communion is one of authority. Who decides what is acceptable and on what basis do they do so? Concern about homosexuality resulted in a powerful alliance of some Evangelicals and some Anglo-Catholics opposing the “innovations” of more liberal and tolerant Anglicans. The Evangelicals objected to homosexuality on the basis of reputed biblical prohibitions, and Anglo-Catholics objected to the alleged rejection of Church tradition. Classic Anglican theology, of course, stems from the writings of the sixteenth-century theologian Richard Hooker, who argued that, in addition to scripture and tradition, we have reason to guide us. With these three sources of authority, change becomes possible and proper as conditions and understandings change. Allowing a diversity of opinion allows us to explore new possibilities.
The Windsor report recommend three moratoria as issues are explored in the Communion: moratoria on the consecration of partnered gay bishops, on the blessing of same-sex unions, and on the crossing of diocesan boundaries by bishops of one church to “protect” like-minded members of another church. The third moratorium was a concession to Western churches opposed to the unauthorized incursions by bishops of the so-called Global South. Western churches continue to be vilified by the more conservative elements of the Communion, who nonetheless, have continued their incursions.
Those unhappy with modern “innovations” in the Communion often have more far-reaching complaints. The ordination of women and, especially, the consecration of women bishops continue to be controversial in some churches, including the Church of England. Many object to the toleration of birth control, to the acceptance of divorce, and to liturgical innovations. The Anglican Communion is hardly of one mind on any of these matters.
The main argument in favour of the Covenant is that it would prevent future controversies being so bitter by establishing an international authority with power to decree Anglican teaching. We believe that, on the contrary, it would encourage schism, because it would treat those who dissent from any such judgment as un-Anglican. Instead we believe unity is best ensured by maintaining the classic Anglican position, so that diversity of opinion is a sign of a healthy community committed to seeking—not necessarily always having—truth.
Finally, it should be noted that not all opposition to the Anglican Covenant is from moderates and liberals. Our objection, of course, is that the Covenant is restrictive and authoritarian. Some of the strongest criticisms of the Covenant, however, have come from the Global South, where the Covenant is viewed as not nearly restrictive or draconian enough. Whether or not the Anglican Covenant is widely adopted, a formal split of the Communion as currently constituted remains a possibility.
LA COALICIÓN NO ANGLICAN COVENANT --ANGLICANOS POR LA UNIDAD INCLUYENTE
A las iglesias Anglicanas se les está pidiendo que adopten una llamada Anglican Covenant que busca unirlas más fuertemente una a la otra y codificar procedimientos por medio de los cuales se podrán resolver futuras disputas dentro de la Comunicón Anglicana.
Nosotros creemos que este Covenant está mal pensado. En respuesta a dicha “crisis” en la Comunión los que diseñaron el Covenanat han favorecido la coerción en vez de favorecer el trabajo difícil de la reconciliación. El Covenant busca hacer más estrecho el rango de creencias aceptables adentro del Anglicanismo e impedir el desarrollo ulterior del pensamiento Anglicano. En vez de traer paz a la Comunión nosotros predecimos que el texto del Covenant en si, podría convertirse en causa de futuras disputas o riñas y que sus mecanismos centralizados para resolución de disputas podría traer resentimientos y pleitos interminables.
Nosotros creemos en un Anglicanismo basado en la herencia compartida de culto, no en una colección de doctrinas a las que todos nos tenemos que suscribir. Nuestra comprensión del Anglicanismo nos lleva a ver el Covenant como profundamente no-Anglicano. Aqui
NO ANGLICAN COVENANT COALITION--ANGLICANS FOR COMPREHENSIVE UNITY
Anglican churches are being asked to adopt a so-called Anglican Covenant that seeks to bind them more tightly to one another and to codify procedures by which future disputes within the Anglican Communion will be resolved.
We believe that this covenant is ill-conceived. In response to the reputed “crisis” in the Communion, drafters of the covenant have favoured coercion over the hard work of reconciliation. The covenant seeks to narrow the range of acceptable belief within Anglicanism and to prevent further development of Anglican thought. Rather than bringing peace to the Communion, we predict that the covenant text itself could become the cause of future bickering and that its centralized dispute-resolution mechanisms could beget interminable quarrels and resentments.
We believe in an Anglicanism based on a shared heritage of worship, not on a set of doctrines to which all must subscribe. Our understanding of Anglicanism leads us to view the covenant as profoundly un-Anglican. HERE
HERE |
1 comment:
Leonardo,
Well done. Clear, effefctive and well thought out. What I cannot for the life of me understand is why we (TEC) are taking this with more than a grain of salt. The covenant was born out of a disgust fro relationships and yet the orthodox try to define what a relationship is, or is not.It puts TEC in the position of having to grvel for friendship -- since when did groveling become a gospel value?
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